La empleada publica despertó con un ligero dolor de cabeza. se encontraba en una cama grande cubierta con una sabana blanca. Descubrió con cierta extrañeza que estaba vestida con un camison de noche desconocido.
¿Quien me cambio la ropa? se preguntaba inquieta. Ademas, claro, de preguntarse donde estaba. O mas bien. en lo de quien estaba. Porque que era una hermosa habitacion de una casa de campo con muebles de madera, muchos adornos y un caballo que observaba todo desde un ventana que daba al fondo, saltaba a la vista.
Debo estar en una estancia sobre la ruta 4. Probablemente de algún loco maniatico que se dedica a recoger mujeres que caen de los jeeps y les pone un camisón.
-En efecto- dijo, entrando a la habitación un hombre que se encontraba vestido con tipicas ropas de mayordomo.
-La señorita desea desayunar?
-Hay un caballo mirandome- Reclamó ella- que se vaya. No me gusta la forma en que me mira.
-Temo que eso no va a ser posible, ya que, desde que murio la señora, No hay quien pueda doblegar la voluntad de guido.
-Ahh, mira vos- dijo la empleada -entonces cierre la ventana.
El mayordomo, obedeciendo la orden de la huesped, cerró y trabó los postigos dejando la habitación casi completamente a oscuras.
-Pero prenda la luz, hombre!- Se quejo ella nuevamente.
-Temo que eso no va a ser posible, ya que, desde que murio la señora...
-BUENO YA! - interrumpio la empleada publica poniendo en evidencia su falta de paciencia -Digame donde estoy!
-Aún no me contesto si va a desayunar- Insistió el hombre
sábado, 20 de septiembre de 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)